¡DÉJALE EL JUICIO A DIOS!

Mateo 7:1-3: «No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?».

Es común hoy en día ver a las personas juzgar rápidamente a los demás cuando los ven tomar ciertas acciones, pero se justifican a sí mismos si se presenta una situación en la que ellos realizan aquellas mismas acciones. ¿Por qué? A menudo, te juzgas a ti mismo de acuerdo a tus intenciones, pero juzgas a los demás de acuerdo a sus acciones; o más bien según tu propia interpretación de sus acciones.

Como resultado, a menudo nos inclinamos a ser más indulgentes con nosotros mismos y más críticos con los demás, porque no tenemos la misma tolerancia instintiva por las debilidades de otros que por nuestras propias debilidades. La simple respuesta que dio Jesucristo fue no juzgar a los demás en lo absoluto sino que le dejemos el juicio a Dios. Como el Profeta T.B. Joshua dijo, «¿si juzgamos a los demás ahora, ¿quién nos juzgará en el Último Día?». Tómate el tiempo para reflexionar acerca de esto y prioriza el cuidado de tu propio corazón en la luz de la Palabra de Dios.

ORACIÓN:Oh, Señor, atráeme a una relación más cercana contigo, ¡en el nombre poderoso de Jesucristo!

¡LA GLORIA DE DIOS AL FRENTE!
¡NO CAIGAS EN EL DESALIENTO!